viernes, 24 de mayo de 2013

Negación afirmante



Esos ecos mórbidos, esas sombras pretéritas  y sordas que caminan por callejones oscuros y húmedos en  madejas entretejidas con ensoñaciones huérfanas y palabras cercenadas, ese grito silente que surge del fragor de un suspiro, eso que ya no soy, pero que sin embargo soy….
Mientras camino por las calles laberinticas brumosas de esta ciudad ficticia, tu recuerdo se cuela por los resquicios de mi memoria y habito en un espacio atemporal, en el intersticio de tu memoria-existencia y esa,tu boca pastosa, ese vaho metálico acontece vociferando alaridos desgarrantes desde la distancia, desde la orfandad, desde la ausencia de caricias...

martes, 24 de abril de 2012

Siempre me pierdo en tus embelesos
en tus caricias alucinantes
en tus palabras enternecedoras
en el brillo de tus ojos
en el aroma de tu besos
Y me encuentro en tu ausencia
en tu lejanía, en la ficción que eres en mi vida...

No-estar

Sólo, más sólo que la humanidad misma, sólo mis penumbras y yo
Las tinieblas me rodean, están delante, atrás y detrás de mi
Me persiguen con un frenesí salvaje, con un ansia devoradora insaciable
Con locas ganas de engullirme en el vacío, en la nada absoluta, en el no ser

Pasos, pasos sobre mi cabeza, pasos que taladran hasta los más recónditos rincones de mis recuerdos
Nostalgias, ausencias que se cuelan por los resquicios que tejen mis pretéritos
Orfandad, orfandad de caricias, lejanía de abrazos, silencio de caricias
Suspiros atrapados en los intersticios de la distancia...








lunes, 6 de septiembre de 2010

Dialógo con la vida

Hola!!!!

Cómo estás?

Bien, que bueno.

Yo, qué como estoy?????

Sabes perfectamente como estoy, borra esa sonrisa sarcastica de tu rostro. Henos aquí, nuevamente aquí, en este mismo lugar, lugar tan conocido, lugar tan habitual, una vez más, tú con tu expresión sarcastica y yo, yo con el corazón destrozado nuevamente.
Si, tienes razón, sé bien que es mi responsabilidad sé bien que me dí cuenta a tiempo, que lo ví venir en la lejanía de mi horizonte.
También en eso tienes razón, ya he pasado por esta situación en diversas ocasiones, y a pesar de que no han sido muchas si han sido lo suficiente para romperme por completo una y otra vez.
Sabes seria una conversación más agardable, claro, dento de lo que cabe, si borraras ese dejo de complacencia que dibujas constantemente en tu rostro.
Si, si, sé que no debo de proyectar mi amargura en tí, ni responsabilizarte de algo que ha sido solamente mi responsabilidad, mi equivocada y llana reponsabilidad, qué, que por qué equivocada, pues porque la responsabilidad es conmigo mismo, con protejerme de sufrimientos sin-sentido, inútiles, masoquistas. Qué por qué masoquista, bueno, porque cuando ves que algo viene, y sabes que lo más probable es que te haga daño, es responsabilidad irte, huir, ausentarte de esa situación y no recibirla con los brazos abiertos cuál si fuese ese algo que siempre has estado esperando.
Tienes razón mi querida amiga, y sabes que eres realmente mi amiga, sólo una amiga puede tener esos nivles de cruel-sinceridad que tú tienes, sólo una amiga puede burlarseen tu cara, y al mismo tiempo salir corriendo cuando te ve arrojado en el piso, hundido hasta lo más profundo de tu alma para abrazarte y ayudarte a poner de píe.
Si, me equivoqué, deje que mi sentido común se nublara y no fui capaz de diferenciar a una musa de una quimera. Ella, ella sólo era una quimera, me equivoqué, y lo más lacerante es que en lo más intímo de mi lo sabía, y es tormentoso, torturante que tú te goces en confirmar que lo que pensaba era la verdad, la unica verdad que puede haber en mi vida. No, no la culpo a ella, el unico culpable soy yo, yo fui quien decidió buscarla, quien decidió, como si fuese un niño ingenuo, dejarse llevar por la ilusión, por sus sentimientos, por el deseo arraigado de encontrar cobijo en unos brazos tan atrayentes, tan ansiados. Qué tonto fui, pensar que ella podía afectarse por mi, por un ser como yo, producto de la madre-cloaca, de la existencia-panteón...

Por qué te callas ahora, si, lo que estás pensando es verdad, la madre-cloaca eres tú, esa vida que no es vida, que no es más que eso, una cloaca,una cloaca que me ha parido, que me ha arrojado a la existencia, a este ser que soy, soy tu producto. Si, no me mires de esa forma, a dónde se fue la mirada sarcastica, lo ojos irónicos, esa sonrisa cruel, tú me pariste muerto, soy un ser que muriendo vive, no, más bien, muriendo, sobrevive.
Entonces, fui ingenuo en pensar que ella se podría percatar de la existencia de un ser como yo. Pero dime, te has dado cuenta de algo?
Estoy nuevamente quebrado, mi alma no es más que un montón de escombros, escombros que si los revuelves encontraras ese olor fétido de la muerte, olor que sólo es comparable al de la rosa.
Pero no me distraigas, no quiero divagar, ya te dejaré en paz y dejaré de abrumarte. Sólo escuha un par de minutos más, por favor, escuchame.
Como te venía diciendo, estoy en escombros, pero mira, continuo de píe, no estoy arrodillado inmerso en la agonía, estoy pegando uno a uno esos pedacitos que de tanto romperse no van siendo más que polvo, polvo que sólo permance unido por el pegamento que produzco con mis lágrimas, pero voy de píe. Nunca más de rodillas, podré estar; destrozado, lacerado, maneatado, torturado, atormentado, lastimado... abandonado, pero de rodillas nunca más...

jueves, 12 de agosto de 2010

La princesa-dragón

Como si el príncipe —pensaba—, después de recorrer vastas y solitarias regiones, se encontrase por fin frente a la gruta donde ella duerme vigilada por el dragón. Y como si, para colmo, advirtiese que el dragón no vigila a su lado amenazante como lo imaginamos en los mitos infantiles sino, lo que era más angustioso, dentro de ella misma: como si fuera una princesa-dragón, un indiscernible monstruo, casto y llameante a la vez, candoroso y repelente al mismo tiempo: como si una purísima niña vestida de comunión tuviese pesadillas de reptil o de murciélago.
Y los vientos misteriosos que parecían soplar desde la oscura gruta del dragón-princesa agitaban su alma y la desgarraban, todas sus ideas eran rotas y mezcladas, y su cuerpo era estremecido por complejas sensaciones. Su madre (pensaba), su madre carne y suciedad, baño caliente y húmedo, oscura masa de pelo y olores, repugnante estiércol de piel y labios calientes. Pero él (trataba de ordenar su caos), pero él había dividido el amor en carne sucia y en purísimo sentimiento; en purísimo sentimiento y en repugnante, sórdido sexo que debía rechazar, aunque (o porque) tantas veces sus instintos se rebelaban, horrorizándose por esa misma rebelión con el mismo horror con que descubría, de pronto, rasgos de su madrecama en su propia cara. Como si su madrecama, pérfida y reptante, lograra salvar los grandes fosos que él desesperadamente cavaba cada día para defender su torre, y ella como víbora implacable, volviese cada noche a aparecer en la torre como fétido fantasma, donde él se defendía con su espada filosa y limpia. ¿Y qué pasaba, Dios mío, con Alejandra? ¿Qué ambiguo sentimiento confundía ahora todas sus defensas? La carne se le
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aparecía de pronto como espíritu, y su amor por ella, se convertía en carne, en caliente deseo de su piel y de su húmeda y oscura gruta de dragón-princesa. Pero, Dios, Dios, ¿y por qué ella parecía defender esa gruta con llameantes vientos y gritos furiosos de dragón herido? “No debo pensar”, se dijo.
Cedió en su tensión y nuevamente aquellos vientos volvieron a barrer Su espíritu, como en una furiosa tormenta, mientras sentía que ella, a su lado, se agitaba, gemía, murmuraba palabras Ininteligibles. “Siempre tengo pesadillas cuando me duermo”, había dicho.
Martín se sentó en el borde de la cama y la contempló: a la luz de la luna podía escrutar su rostro agitado por la otra tempestad, la de ella, la que él nunca (pero nunca) conocería. Como si en medio de excrementos y barro, entre tinieblas, hubiese una rosa blanca y delicada. Y lo más extraño de todo era que él quería a ese monstruo equívoco: dragón-princesa, rosafango, niñamurciélago. A ese mismo casto, caliente y acaso corrupto ser que se estremecía cerca de él, cerca de su piel, agitado quién sabe por qué horrendas pesadillas. Y lo más angustioso de todo era que habiéndola aceptado así, era ella la que parecía no querer aceptarlo: como si la niña de blanco (en medio del barro, rodeada por bandas de nocturnos murciélagos, de viscosos e inmundos murciélagos) gimiera por su ayuda y al mismo tiempo rechazara con violentos gestos su presencia, apartándolo de aquel tenebroso sitio. Sí: la princesa se agitaba y gemía. Desde desoladas regiones en tinieblas lo llamaba a él, a Martín. Pero él, un pobre muchacho desconcertado, era incapaz de llegar hasta donde ella estaba, separado por insalvables abismos.
Así que no podía hacer otra cosa que mirarla angustiosamente desde acá y esperar.


"Sobre Héroes y tumbas" (Ernesto Sábato)

miércoles, 11 de agosto de 2010

Ella le inventa soles a las noches
y vierte sobre la oscuridad el fragor de sus insomnios
y se deja llevar por una danza improvisada, sobre la cuerda floja de los funambulos
no está aquí para darme los besos necesarios
ni sus cabellos de lluvia son las crines a las que me aferro
con la flor de la desilución entre los labios

La amo por estar ausente, por ser inaccesible
porque me permite inventarla conmigo en el futuro...

Este es un fragmento, más bien, es lo unico que recuerdo de un poema que leí de un poeta hondureño cuyo nombre ha quedado perdido en algun lugar de mis recuerdos. Está escrito en referencia al personaje de Julio Cortázar, la maga, de hecho, el poema lleva ese nombre "La maga"