Mi memoria desciende hasta el infierno del olvido
baja, recorre la vastedad sin nombre
el desamparo anestesiado, la soledad sublimida
camina suavemente como no queriendo despertar recuerdos enterrados
busca y rebusca, mira y observa, mueve y remueve
y contempla uno y otro, y otro, y otro recuerdo
mientras su cuerpo comienza a hundirse en el fango
en el lodo, ese lodo putrefacto del cual emergen lágrimas, gritos, suspiros
ilusiones, amor, puro amor, amor-panteón que huele a corrupcion
a podredumbre, una podredumbre que torna denso todo el ambiente
y mi memoria mete sus manos hasta el fondo y remueve el fango
y entonces, de la nada, mis viceras emanan del abismo
un abismo-recuerdo, ese abismo que se traga todo
ese abismo que atemoriza, ese vertigo que me impulsa a lanzarme
ese abismo eres tu, ese abismo-recuerdo que vuelve a herir, a lacerar cada parte de mi cuerpo y de mi alma, y entonces, el masoquismo me lleva a un gozo, a una alegria que me ahoga en un dolor ya vivido, un dolor pretérito que desgarra mi presente y me vuelve a engullir
entonces, despierto y tu has vuelto a aparecer en mi vida...